Teresa Inácio Cossa tenía 22 años cuando dejó Mozambique en 1987 y llegó a la RDA como trabajadora contratada. Deja a su hijo de cinco años bajo la custodia de sus padres. Una prima de Teresa ya era trabajadora en Berlín y la anima a dar el paso. Teresa quiere ganar dinero en Europa para construirle un futuro a su hijo.

 

Algodón y polvo

Teresa Cossa es enviada a la Empresa de Propiedad Popular (VEB) Unidad de Hilanderías y Torcedoras de Algodón de Ebersbach, en las cercanías de Görlitz. La residencia para los trabajadores contratados se encuentra a unos kilómetros de Schönbach. Las clases de alemán como preparación para el futuro desempeño de los nuevos trabajadores contratados en esa época solo duran tres meses, porque las empresas de la RDA necesitan fuerza laboral urgentemente. La formación de los jóvenes inmigrantes se realiza fuera de la jornada laboral. Teresa también comienza rápido a trabajar.

Su primer puesto de trabajo es directo en la hilandería y en el sitio existe mucho polvo, por eso constantemente tiene sinusitis y problemas respiratorios. Después de algunas semanas la trasladan a un departamento donde hay menos polvo.

 

Saudade – Nostalgia

Teresa extraña mucho a su hijo. Cuando abandona Mozambique, la guerra civil ya hacía estragos en su país.[1] Los rebeldes aterrorizan también a la población civil. Debido a estos ataques, los padres de Teresa tienen que desplazarse muchas veces con su hijo. En esos tiempos tan duros, Teresa encuentra ayuda y consuelo en sus colegas mozambiqueñas. En la residencia comparten una habitación entre tres. Todas trabajan en la misma fábrica y en el mismo turno. Un autobús las recoge a las cinco de la mañana para el primer turno de trabajo. El último turno termina a las diez de la noche.

Turnos extras

Teresa quiere ahorrar dinero, por eso cada vez que tiene oportunidad hace turnos extras. En la RDA solo le pagan el 40% del salario, pero eso no le molesta. Los supervisores dicen que el otro 60% lo depositan en una cuenta en Mozambique a la cual podrán acceder a su regreso. Trabaja tanto como puede, incluso los fines de semana como ayudante de cosecha en una granja. Solo piensa en su futuro en Mozambique.

En la cocina común

En cada piso de la residencia hay una cocina común. Las mozambiqueñas tienen que arreglárselas para cocinar, pues en la RDA no hay muchos productos de los que conformaban su alimentación en Mozambique: raras veces encuentran pescado fresco, carne casi siempre de puerco y las frutas tropicales son limitadas. En el mercado les dicen que ya han comido mucho de eso en Mozambique. Casi siempre les toca improvisar con col y cordero.

Decían que las bananas eran para los alemanes.

Teresa Cossa, Maputo 2021

Teresa pasa su tiempo libre con otros trabajadores contratados. A menudo organizan fiestas en la residencia y celebran cumpleaños. A veces Teresa visita a su prima en Berlín.

Partida anticipada

Con el fin de la RDA en 1990 Teresa Cossa, como la mayoría de los trabajadores contratados, es enviada a Mozambique antes de tiempo. Después de la apertura del Muro de Berlín no hay suficientes puestos de trabajo, por lo cual Teresa y sus compañeros se quedan sin trabajo. Consigue enviar algunas cosas en un contenedor con destino a Mozambique antes de su vuelo de regreso en octubre de 1990. Después de tres años finalmente vuelve a ver a su hijo. Pero su país está sumido en el caos de una guerra civil. El 60 por ciento del sueldo prometido en la RDA y por el que trabajó tan duro no lo recibe. Ni ella ni sus compañeros reciben los salarios retenidos. Hasta hoy los antiguos trabajadores contratados, los majermanes, se manifiestan semanalmente en Maputo para reclamar su dinero, hasta ahora sin éxito.[2]

De vuelta a su país Teresa Cossa sigue superándose, pasa un curso de contabilidad y trabaja posteriormente en varias empresas pequeñas y en un supermercado. Vive hoy en Maputo.

Credits:
Entrevista realizada por Catarina Simão 2021 in Maputo.
Texto: Julia Oelkers
Investigación y protocolo de las fotos: Catarina Simão, Julia Oelkers