De 1980 a 1984, Humberto Cala se forma como tornero en la Empresa de Propiedad Popular (VEB) Planta de Cemento Dessau (ZAB) con su amigo Jorge Kindelán. Encuentra novia y tiene un hijo con ella.

Mejor ir a la RDA que a la guerra.

Humberto Cala quiere ver algo del mundo, «salir de la sala de su casa», como dice en la entrevista. Pero antes le espera una misión militar en Angola. En la guerra civil angoleña, el gobierno cubano apoya al Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), y decenas de miles de jóvenes cubanos son enviados a la zona de guerra. Cuando Humberto Cala se entera de que es posible formarse en la RDA ve so oportunidad y presenta la solicitud. Se somete a un minucioso examen médico y es aceptado apenas un mes después.

No se lo dije a mi madre. Sólo la llamé antes de partir.

Humberto Cala, Santiago de Cuba 2021

La Fuga

Solo una tía sabe de sus planes. Humberto cree que si su madre se enterara de su solicitud, no le dejaría ir. Primero viaja de Santiago de Cuba a La Habana, en el otro extremo de la isla, a un campamento de preparación. Allí conoce a Jorge Kindelán y a otros 25 jóvenes cubanos que junto a él viajarán a la RDA dentro de unos meses. Primero aprenden algo de alemán. Poco antes de partir, llama a su madre y se despide.
La llegada a la RDA es inicialmente aleccionadora. Un miembro del grupo se ha fugado durante la escala en España. Para él, el viaje era una oportunidad de escapar de Cuba hacia Occidente. El ambiente es tenso. El grupo espera durante horas para entrar en el país. No les dan de comer ni de beber. Cuando llegan a Berlín, hace frío. Les dan chaquetas azules de trabajo para que se las pongan. En algún momento continúan su viaje destino Dessau.

Llegada a Dessau

Humberto Cala describe Dessau desde la perspectiva de un citadino. Dessau le parece pequeña en comparación con su ciudad natal, Santiago de Cuba. «Como Palma Soriano, que era un pueblecito, y no una ciudad como Santiago», explica a la entrevistadora. Tras llegar, compran ropa abrigad y visitan un estudio fotográfico para poder enviar fotos a casa. El aprendizaje del alemán llena los primeros meses, amuebla su apartamento en la residencia y explora Dessau. Humberto recuerda con nitidez el impresionante río Elba con sus barcos de excursión, así como el segundo río de la ciudad, el Mulde, y el centro comercial de cinco plantas. Pronto adquiere una grabadora de casetes.

Nueva vida cotidiana

Del tiempo de estudio y trabajo en la fábrica sólo tiene unas pocas fotos. Se necesita permiso para hacer fotos en la fábrica. Sus historias tampoco giran en torno al trabajo, sino a la vida desconocida en una pequeña ciudad alemana, la vida cotidiana, las nuevas experiencias y, sobre todo, a su hijo. Sin embargo, la formación es importante: de vuelta en Cuba, trabajará durante años como tornero.

Racismo y contraestrategias

«La conocí en un bar», cuenta Humberto Cala de su posterior novia, «aunque en realidad no se podía entrar como cubano». Humberto tiene éxito porque no destaca mucho. En la entrada, pasa por un alemán blanco, pero los problemas ya empiezan cuando tiene que hablar. Con sus colegas discute una estrategia para hacer oídos sordos a los insultos racistas. «Aunque te digan algo, aunque alguien te diga ‘N***’, ¡no lo escuches!», es su lema. Aun así, los ataques racistas se repiten una y otra vez. «El racismo ya era un poco molesto», explica amablemente y cuenta un conflicto con un profesor. Este acusa a un alumno cubano de arrogancia, les llama a todos mal educados e insinúa que se creen reyes. Humberto recuerda el intercambio: «¿Nosotros nos creemos reyes? Nosotros no. Ustedes se creen reyes’, responde. El profesor responde: ‘No, no nos creemos reyes, somos reyes’. Eso es lo que me dijo el profesor. Y yo dije: ‘Vale, de acuerdo'».

Sacudiendo la cabeza, Humberto también habla de un vecino que siempre se muestra muy hostil con él. La moto Simson de Humberto está aparcada a veces en el pasillo. Un día hay una moto carbonizada en el pasillo, al parecer alguien le prendió fuego. Humberto sospecha del vecino. Afortunadamente, la moto destrozada no es suya, porque en ese momento está aparcada delante de la puerta.

 

 

Una familia binacional solo temporal

Con su novia Lilo es diferente. Se conocen en un bar, empiezan a hablar, a bailar. Lilo también trabaja en la fábrica. Ella es de mente abierta, se ven más a menudo, empiezan una relación amorosa. Esta es otra razón por la que el alemán de Humberto mejora cada vez más.

Porque allí las mujeres salen solas a beber y bailar. Y a las mujeres les gusta que te comuniques!

Humberto Cala, Santiago de Cuba 2021

Un niño germano-cubano, a pesar de todo

Pronto se muda con ella y solo va al dormitorio de vez en cuando. «¡Lilo era una mujer atenta! Nos llevábamos bien, muy bien. Fue mi primera experiencia en una relación amorosa. Yo tenía entonces 22 años. Ella era mayor que yo». Lilo queda embarazada y decide tener el niño, aun sabiendo las dificultades. Según la lógica oficial, las trabajadoras contratadas no deben quedarse embarazadas, ni los trabajadores contratados convertirse en padres. La realidad es otra. El amigo de Humberto, Jorge Kindelán, también se convierte en padre. Cada vez nacen más niños germano-cubanos. La paternidad, sin embargo, no cambia el límite temporal del derecho de residencia. Como se indica en el contrato de formación y trabajo, finaliza a los cuatro años.

Humberto Cala habla del tiempo que pasó junto a su hijo.

Sin perspectivas de quedarse

El hijo de Lilo y Humberto recibe el nombre de su padre. Sin embargo, la madre insiste en la grafía italiana Umberto, para que el nombre se pronuncie en la RDA como en español. El nombre se queda, el padre no. No hay perspectivas para él en Alemania. «No podía quedarme. Tenía que volver. No me lo permitieron. Había que volver, irse otra vez», describe Humberto su situación.

Nuevamente en Cuba, recibe de vez en cuando cartas y fotos de Lilo.

 

 

Escribía que el niño lloraba mucho y no quería comer. Eso me dolía.

Humberto Cala, Santiago de Cuba 2021

(Sin) segundo hogar

La comunicación por cartas finalmente se rompe. Las cartas tardan una eternidad y a veces nunca llegan. La distancia aleja. Humberto Cala forma una nueva familia en Cuba. Su hijo en Alemania crece sin su padre. El contacto se restablece tras una larga ruptura, cuando la hija cubana de Humberto encuentra a su medio hermano alemán a través de Facebook.

Ya retirado, Humberto sigue disfrutando trabajar en su taller, donde repara relojes y aparatos de la RDA. Llama a Alemania su segundo hogar y habla de lo mucho que le ha marcado la vida allí.

 

Humberto Cala habla sobre su regreso a Cuba.

Humberto Cala vive en Santiago de Cuba y trabaja en Correos de Cuba.

Credits:
Entrevista realizada por Elaine del Valle Cala 2021 en Santiogo de Cuba.
Texto: Isabel Enzenbach
Investigación y protocolo de las fotos: Elaine del Valle Cala, Isabel Enzenbach
Concepto de edición de vídeo: Isabel Enzenbach